El ingeniero Eléctrico Ermides Velázquez González, se vinculó a la subestación en octubre de 2014, mes en el que comenzó la ejecución del proyecto, y dirige al colectivo, devenido celador de alta tensión, desde su entrada en funcionamiento como dependencia de la Unidad Empresarial de Base de la Empresa de la Industria Eléctrica (ECIE) Holguín.
Ermides explica que la misión es compleja, de mucha trascendencia y exige muchos sacrificios para la mayoría “somos los encargados de darle energía a la provincia para lo que tenemos abierto un lazo eléctrico Tunas-Nuevita y Tunas-Holguín, que se conoce como el camino cerrado que forman dos o más ramas.
El ingeniero Eléctrico Ermides Velázquez González elogia el desempeño integral del colectivo que dirige.
“Nuestra gran tarea, enfatiza, es darles protección y mantenimientos a las dos líneas de alto voltaje tendidas en nuestro territorio desde los límites fronterizos con las provincias de Camagüey y Holguín, objetivo que implica la vigilancia constante para adelantarnos a cualquier desperfecto que amenace la estabilidad del servicio.”
Dice que la plantilla está conformada por 54 trabajadores, y sin restar valor al encargo de todos, Ermides destaca la inclusión de cuatro ingenieros eléctricos y dos brigadas, una de celadores y otra de linieros, “quienes llevan el mayor peso de las agotadoras jornadas”, argumenta.
Entre celadores y linieros
Asumen la encomienda de centinelas, a campo traviesa, por terrenos que parecen inaccesibles al hombre, una brigada de nueve trabajadores, “ellos atienden unas 36 torres cada uno, las que deben visitar en un ciclo no mayor de cuatro días para revisar su estado técnico, diagnosticar e informar. Otra brigada, con seis linieros repara, da mantenimientos y también hace vigilancia desde las alturas”, revela Ermides.
Unos y otros, celadores y linieros, califican como difícil la labor que realizan por trochas abiertas en campos cubiertos de malezas que pugnan por arrebatarles el espacio y bajo perenne amenaza de las espinas del marabú ellos se acercan a las torres que como gigantes imbatibles sostienes las líneas de trasmisión eléctrica de alto voltaje.
Yanier Nieves Bello es uno de los operarios auxiliares, “un cargo que se denomina como celador por la responsabilidad que entraña mantener en buen estado las torres. Mi trabajo consiste en revisarlas con celo y mantener las estructuras limpias. El recorrido, pues se hace a pie, y es de unos cinco kilómetros diariamente, aunque en esto hay días y díaaas, unos más agotadores que otros, según el recorrido y las actividades planificadas”, comenta.
Jorge Fuentes Noris, secretario general del Buró Sindical de la UEB Holguín, reconoce el trabajo serio y abnegado de los muchachos de la subestación de Las Tunas.
Otras historias de sacrificios y compromiso puede relatar el liniero José Ramón Almaguer Torres, “mi grupo tiene la encomienda de dar los mantenimientos a las estructuras de las torres, hacerles oportunamente los cambios de tornillos, de angulares, de conductores dañados”.
“Ellos, los celadores, detectan los defectos, nos dan la información y nosotros volvemos a poner en orden las cosas”, asegura y reconoce que es un trabajo muy exigente y hay que hacerlo con la calidad requerida, porque los mantenimientos generales son planificados cada 10 años y mientras tanto hay que estar vigilantes para evitar cualquier deterioro e ir corrigiendo a tiempo hasta el más mínimo detalle que pueda afectar el servicio.
El reconocimiento…
Jorge Fuentes Noris, secretario general del Buró Sindical de la UEB Holguín, exalta: “La subestación de Las Tunas tiene un personal muy capacitado, muy entregado. Los muchachos son jóvenes, pero trabajan con mucha profesionalidad, con mucha entrega. Nunca han tenido errores de operación, ni de manipulación, todo ha marchado muy bien.”
La majestuosa subestación de 220 kilovoltios en las Tunas.
Con ese criterio coincide, también, Reynier Limonta Domínguez, secretario general del Buró Provincial del Sindicato de Energía y Minas, quien pondera la juventud de un colectivo, cuyo promedio de edad no sobrepasa los 30 años de edad, y “labora con absoluta observancia de las normas técnicas que denota madurez y responsabilidad a toda prueba. El relevo está asegurado”, sentencia.